Los bebes que aprenden desarrollar lenguaje

Nosotros parecemos hechos para hablar y entender el lenguaje. Las áreas especializadas del cerebro tales como el área de Broca y de Wernicke, sugieren que la genética nos provee con, al menos, las fundaciones neurológicas para el lenguaje.

El lenguaje es una de las cosas más impresionantes de la que somos capaces. Puede incluso ser que nosotros        Homo sapiens   seamos las únicas criaturas del planeta en poseerlo. Sólo los delfines muestran indicios de lenguaje, aunque todavía seamos  incapaces de entenderlos.

La lingüística es, por supuesto, un tema en sí mismo, pero se entrecruza un tanto con la psicología, especialmente con respecto al desarrollo del lenguaje en niños. La habilidad que tienen los niños de aprender un lenguaje – e incluso 2 ó 3 lenguajes simultáneamente – es uno de los indicadores que existe algo especial en nuestros cerebros a esa edad.

Todo comienza en la infancia. Desde el nacimiento hasta alrededor de los 6 meses, los bebés emiten muchos ruidos; chillan, gruñen, gritan, y emiten arrullos. Arrullar es básicamente la producción que más tarde se convertirá en vocales.

Desde los 6 meses hasta aproximadamente los 10 meses, producen sonidos más complicados llamados balbuceos. Primero, practican sus vocales con mayor precisión, comenzando - los bebés que hablarán Inglés - con las vocales abiertas, posteriores, mientras trabajan las vocales frontales cerradas. Las primeras consonantes son la h, m y b, las cuales pueden ser combinadas con las vocales para producir silabas. Pronto agregan la p, t, d, n, w, f y v. Un poco más tarde, agregan la k, g y ng.
Luego comienzan a agregar la s y la z. Les toma un poco más de tiempo reproducir la sh, ch, j y la th. Los últimos sonidos son la l y r. Por esto es que los escuchas pronunciando las palabras del extraño modo en que lo hacen. Pero ten en mente que ellos pueden percibir mucho más de lo que pueden pronunciar. Puede que no sean capaces de decir ciertas palabras, ¡pero no tolerarán que tú las pronuncies mal! Una de mis hijas, por ejemplo, usaba la silaba yã (con una a nasal) para decir “shoe” (zapato), “sock” (calcetín) e incluso “chair” (silla) – pero entendía bastante bien la diferencia. 

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